Siempre pensé que quedarse embarazada no es tan simple.
Conozco muchísimos casos de familia y amigos a los que les ha costado mucho
llegar a ese fin, y en mi caso con tantas dificultades, un solo ovario, una
trompa dañada por un embarazo ectópico no detectado a tiempo, hipotiroidea y después
de tratamientos de quimioterapia y radioterapia… bueno, digamos que era
plenamente consciente de que la posibilidad de llevar un embarazo a buen puerto
era muy remota y jamás hubiese apostado que volvería a quedarme embarazada de
nuevo al primer intento. Esta vez ya conocía los síntomas y estaba alucinada
esperando la primera falta para hacerme el test de embarazo. .. El mes de julio
se me hizo eterno y los típicos malestares de los inicios del embarazo hicieron
su aparición, aumento y dolor de pecho, nauseas, malestar, molestias abdominales, etc.
Llegó agosto y en cuanto vi que al tercer día de falta la
cosa seguía igual, me hice el esperado
test de embarazo. Son momentos que recuerdas como a cámara lenta, esperando que
aparezca o no la rayita roja… y de nuevo todo volvió a empezar… resultado: una
raya muy flojita, flojita… pero rayita. Enseguida identifiqué ese caso con mi
anterior embarazo y supuse que la raya era tan flojita porque la hormona era
demasiado baja, más de lo normal, y que por lo tanto como la vez anterior y
como ya nos habían advertido, era otro embarazo ectópico, así que tan pronto
como pude, a mediados de agosto, me planté en mi hospital en la consulta de
ginecología para que me confirmara las sospechas y me indicara tratamiento lo
antes posible para que no volviera a reventarme la trompa.
Recuerdo estar tranquila en la consulta, en la camilla en
plena ecografía y esperando instrucciones, cuando la ginecóloga nos dio la
noticia. Efectivamente estaba embarazada, pero esta vez un embarazo uterino, es
decir, normal! Un embarazo normal… un embrioncito con su diminuto corazón
latiendo… y no daba crédito, miraba a mi marido que tenía la misma expresión de
asombro y alegría y por fin de esperanza y desde ese momento di orden mental a
todas las células de mi cuerpo de que me cuidasen ese huevito, que por nada del
mundo quería perder en ese momento. Y con esa fuerte determinación salí de la
consulta confiando plenamente en que esta vez todo saldría bien, ya solo era cuestión de esperar!
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